Una de las ventajas más interesantes que sin duda ofrece Internet y con ella la edición de blogs, páginas web, redes sociales, etc. etc., etc., es como poco, la de conceder a todos aquellos que la utilizan, la posibilidad de editar de forma inmediata, continua y casi infinita, cualquier tipo de producción que haya salido de sus cerebros. El resultado de todo ello es un producto que a diferencia de lo que venía ocurriendo en el pasado, nunca, jamás y bajo ningun pretexto, dejará de crecer, cambiar y adaptarse a las circunstancias en las cuales por fuerza deba desarrollarse, hecho que nos hace pensar a su vez en la mismísima vida y existencia de las cosas que -para que nos entendamos- esta vez sí son cien por cien "reales".

Este blog de lo que trata por tanto es de aprovechar esos "vericuetos" virtuales, y a partir de ahí equiparar la literatura (en otro lugar pasará lo mismo con la música) a un estado muy próximo a la existencia. A un estado en el cual "como en la vida misma", las cosas puede que un día sean fantásticas y al siguiente no valgan absolutamente nada, pero lo que no pasará nunca es que continuen siendo perezosamente iguales a como lo habían sido siempre. Porque, ¿alguien ha tenido alguna vez el placer de conocer a alguna persona que estuviese totalmente finalizada? O más aún: ¿alguien puede precisar el día y la hora en que tal o cual sentimiento se extinguió para siempre?



miércoles, 1 de junio de 2011

El crimen perfecto (I)

I

Giselle Sabartés. Treinta y cuatro años. Metro setenta y ocho centímetros de altura. Ojos verdes. Pelo largo. Rizado. Brillante. Hasta la cintura. Guapa. Muy guapa. No hace falta decir que se trata de una mujer imponente. Coeficiente intelectual: ciento cincuenta y dos. Todo un portento. Se sacó la carrera de derecho con matrícula de honor y su tesis doctoral es un ejemplo para las nuevas generaciones. Actual estado civil: casada. Anterior estado civil: soltera. Futuro estado civil: divorciada. Situación laboral: empleada de banca. Setenta mil euros anuales. He introducido el examen preliminar en el ordenador. Doctor, créame, la chica promete.

Señor Müller déjese de romances y dígale a esa jovencita que pase de inmediato por favor.

- ¡Hola Sra. Giselle Sabartés!
- ¡Hola doctor... Steinberg, llámeme Giselle, con eso creo que será más que suficiente!
- ¡Bien Giselle, perdone que vaya tan directamente al grano pero si no me han informado mal, creo que ya le han explicado ahí fuera como funciona todo esto! ¿Me equivoco?
- ¡Más o menos!
- ¿Qué quiere decir con más o menos! ¿Le han explicado como funciona esto o no?
- ¡Sí, sí, me lo han explicado!
- ¡Bueno, de todas formas yo se lo explicaré de nuevo por si acaso le ha quedado alguna duda al respecto. Ahora bien, en cualquier caso no hace falta decir que si a pesar de mis explicaciones continua usted teniendo alguna pregunta en lo concerniente a todo el tratamiento, cualquier detalle por pequeño que sea, no dude en decírmelo! ¿De acuerdo? ¡Es preferible repetir las cosas mil veces que quedarse con una sola duda!
- ¡De acuerdo!
- ¡Esto que ve a mi derecha es la famosa máquina. Conocido también como futurógrafo. El “predictor” como nosotros acostumbramos a llamarlo por aquí a veces en clave de humor y otras en cambio, no tanto. Bien, este “futurógrafo” está conectado a su vez a un ordenador central que por supuesto no esta aquí debido a su complejidad y tamaño, pero desde el cual y gracias a toda una sofisticada red informática que lleva ya varios años en funcionamiento con increíble eficacia y fiabilidad, se controlan, cotejan y clasifican de forma simultánea, otros muchos futuros aunque eso sí pues tampoco es mi intención engañarla, no de una forma perfecta. Es decir, que aunque como le decía sí es completamente cierto que disponemos de todos los datos de las personas actualmente en circulación en el planeta Tierra, ya me entiende, de todas las personas vivas a fecha de hoy, incluso de las que permanecen desaparecidas por el motivo que sea; día de nacimiento, datos bancarios si es que los tienen y así sucesivamente, de lo que no disponemos en cambio es de sus datos psicológicos, de sus sueños, de sus intenciones ni planes de futuro al margen de lo que nosotros podamos más o menos predecir con los medios que como ya le he explicado, tenemos a nuestro alcance. Lo que trato de decir con todo esto Sra. Giselle es que el cálculo que nosotros vamos a entregarle una vez hayamos finalizado todo el proceso, será sumamente exacto siempre y cuando ninguna de estas personas digámosles "no controladas", tengan pensado voluntaria o involuntariamente participar de su vida. En definitiva y por si no me he explicado suficientemente, lo que trato de decir es que sólo, y repito, sólo en el caso de que una de estas personas "no catalogadas" entre en contacto con usted, el pronóstico será erróneo ¿Me explico?
- ¡Sí, creo haberle entendido perfectamente Doctor Steinberg. Pero una cosa doctor!
- ¡Dispare!
- ¿Qué porcentaje de personas en el mundo no están psicológicamente "inventariadas", un 10, un 20, un 30 por ciento?
- ¡Muy bien Sra. Giselle. No me esperaba menos de usted. Pero sinceramente, y que sepa que no es la primera persona a la que le digo esto, no debería usted preocuparse en exceso por dicha cuestión. Y la explicación es muy sencilla. Se lo mostraré. La mayoría de esas personas "no inventariadas" como usted muy bien las ha calificado, forman parte de lo que últimamente se ha venido en llamar el no-mundo, y con pocas posibilidades por tanto de entrar en su vida. Es más, tales personas son por decirlo de alguna manera y lamentablemente desde luego, gente en su mayoría de pocos recursos, y en consecuencia, de múltiples limitaciones geográficas como usted muy bien podrá comprender. Así que para ellos, para toda esta gente y con un margen de error muy pequeño como le decía, se podría decir que es casi una quimera llegar a conocerla a usted. Es más, ni siquiera coincidir en el mismo hemisferio parece algo probable hoy por hoy. Además, como también supongo que ya la han informado antes de entrar, una vez usted conozca "su diagnóstico", pues bien, si aún así no queda satisfecha del todo, no sé; tiene miedo de que su futuro pueda variar en una dirección u otra, etc., etc., pues a lo que iba, que continuará usted teniendo la posibilidad de pasar tantas revisiones como lo considere necesario por un precio bastante módico. En definitiva, que podrá usted estar al tanto de la evolución de su futuro minuto a minuto. Segundo a segundo. ¿Alguna otra duda?
- Pues sí, que sigue usted sin decirme el tanto por ciento de esas personas “no inventariadas”.
- ¡Je, je! Muy bien. Pues verá, el porcentaje del que hablamos es de un sesenta y cinco por ciento. ¿le supone eso un problema?
- En absoluto. Tan sólo quería saber a qué me enfrento.
- Pues bien. Ahora sí le explicaré la segunda parte. La parte para la cual usted ha venido hoy aquí ¿De acuerdo?
- ¡Muy bien!
- ¡El procedimiento es muy sencillo, ya verá. Yo ahora le haré una serie de preguntas y usted me responde. Así de simple. Aunque eso sí, de la forma más honesta posible por favor pues de lo contrario, el resultado no tendría validez alguna ¿Queda claro? Dicho esto, y como ya debe usted también saber es después y gracias a un complicado proceso psico-informático muy avanzado, cuando el ordenador realiza una evaluación de las preguntas y respuestas teniendo siempre muy en cuenta el examen exhaustivo que se le hizo hace tan sólo algunos días, lo recordará; hábitos, familia, situación económica, estado actual de salud, antecedentes clínicos, genéticos, bancarios, familiares y psicológicos, etc., etc., y finalmente y basándonos en todo ello, la máquina extrae una predicción extremadamente aproximada de lo que le va a suceder en un futuro relativamente inmediato, añadiendo para acabar, una infinidad de factores históricos, sociológicos, culturales, políticos, meteorológicos, científicos, nuestra inmensa base de datos de otros futuros paralelos, y bla, bla, bla. En realidad no son más que matemáticas Sra. Giselle. Para que nos entendamos, la máquina sólo tiene que primero identificar su línea, deshojarla como si de una rosa en medio de un gran jardín se tratara, y después, seguirla por la pantalla hasta el día de su muerte que como bien sabrá, es un extra que queda a su libre elección. Por cierto, a este respecto quizá debería saber que a diferencia de usted es un servicio que la mayoría de clientes exigen ¿Lo ha entendido?
- ¡Sí, creo que sí!
- ¡Bien. Pues entonces comenzaremos si no tiene inconveniente!
- ¿Cómo se llama?
- ¡Giselle Sabartés!
- ¿Cuántos años tiene Sra. Giselle?
- ¡Treinta y cuatro. En noviembre cumpliré treinta y cinco si no me muero antes! ¡Ja, ja!
- ¡Hmmm! ¿Número de identificación personal?
- ¡625.652.625.hlk!
- ¿Quiere usted a su marido?
- ¿Cómo?
- ¿Qué si quiere usted a su marido?
- ¡Por supuesto, de lo contrario no estaría con él!
- ¿Está usted completamente segura de eso que dice Sra. Giselle?
- ¿De qué?
- ¡De eso que acaba de decir de que si no lo quisiera no estaría con él!
- ¡Pues no la verdad, es más, de hecho yo misma me hago esa pregunta muchas veces!
- ¿Y bien, cuál es la respuesta?
- ¡Que no lo sé, que sí, que supongo que lo quiero, pero quiero decir, no sé hasta que punto ni de qué modo!
- ¿Lo ha engañado alguna vez?
- ¡Sí!
- ¿Con quién y cuándo fue la última vez?
- ¡Hace casualmente poco más de un mes. Con un tipo del que estuve realmente enamorada!
- ¿Todavía lo está?
- ¡Sí!
- ¿Entonces por qué habla en pasado?
- ¡No lo sé. Era únicamente una forma de hablar!
- ¡Y él, quiero decir, ese tipo, su amante! ¿Está enamorado de usted?
- ¡Supongo que sí, aunque para ser totalmente franca tampoco lo sé con seguridad. Él viene y va, simplemente. A veces me dice que me quiere y otras veces parece más bien todo lo contrario. La verdad es que no hay quien lo entienda. Ya sabe, es escultor y ya se puede imaginar cómo es ese tipo de gente. Su cerebro parece un panel eléctrico quemado. Además, pasa muchas temporadas en el extranjero y vaya usted a saber qué es lo que hace por esos mundos de Dios!
- Y bien ¿Cómo se llama?
- ¿Quién?
- ¡Ese tipo, su amante, el escultor!
- ¿Es necesario?
- ¡Desde luego!
- ¡Francisco Franco!
- Bien, ahora si me lo permite cambiaremos de tema ¿Se masturba usted con regularidad Sra. Giselle?
- ¡Sí, bueno, lo normal supongo. Unas dos o tres veces por semana!
- ¿Y en quién piensa cuando lo hace?
- ¡Por lo general en hombres que tan sólo me atraen físicamente. En gente a la que no quiero. Ya me entiende, alguien del trabajo, el carnicero, el vecino, la señora de la limpieza, gente así!
- ¿Tiene usted problemas para alcanzar el orgasmo Giselle?
- ¡En realidad no he tenido un orgasmo en toda mi vida doctor!
- ¿Sabe usted con seguridad si puede tener hijos Sra. Giselle, quiero decir, se ha hecho alguna prueba de fertilidad?
- ¡Sí, tuve un aborto hace casualmente un mes poco más o menos, por eso lo sé!
- ¿El padre supongo que sería su marido?
- ¡La verdad es que lo desconozco!
- ¿Y si se puede saber, por qué no tuvo usted ese hijo Sra. Giselle?
- ¡Porque no estaba segura. Pensé que no era el momento. Que no estaba preparada para emprender un proyecto de tanta responsabilidad!
- ¿Se lo dijo usted a su marido?
- ¡No!
- ¿Y a su amante?
- ¡Tampoco!
- ¿Por qué?
- ¡Por miedo a la respuesta supongo! ¡No me gustan los cambios, es decir, que de momento prefiero dejarlo todo tal y como está!
- ¿Sra. Giselle por cierto, le gustan a usted las mujeres, es decir, hace un momento ha mencionado que de vez en cuando se masturba pensando en la mujer de la limpieza, de modo que de alguna forma y por remota que pueda ser dicha opción, la excita a usted la idea de acostarse con otras mujeres, o con mujeres y con hombres al mismo tiempo? ¿animales?
- ¡Sí desde luego, es más alguna vez que otra he fantaseado con ello y la verdad, no descarto la posibilidad de llevarlo a cabo algún día! ¡con las personas me refiero!
- ¿Le gusta que la sodomicen Sra. Giselle?
- ¡Sí, y quiere saber una cosa: me encanta, aunque dicho sea de paso, con mi marido nunca lo he probado, sólo lo he hecho “así” con el escultor!
- ¿Y eso?
- ¡Pues no sé, supongo que porque a él le da pudor pedírmelo y a mí pedirle que me lo pida! ¡Ya sabe, el “amor”!
- En cuanto a la lista de personas que nos facilitó y con las cuales ha mantenido relaciones sexuales en algún momento de su vida ¿es exacta al cien por cien?
- Sí, sí, la estuve revisando al llegar a casa y creo no haber olvidado a nadie.
- Cambiando de tema una vez más ¿Se siente usted acomplejada por algún motivo Sra. Sabartés?
- ¡Sí, por mi altura. En mi adolescencia lo pase muy mal por culpa de eso. Mis amigas solían hacerme bromas sobre el tema con frecuencia. Yo quería ser como el resto. Es más, no entendía porqué tenía que ser precisamente yo la única diferente. Me llamaban jirafa y cosas por el estilo. Decían que andaba como un pato. Si incluso llegué a odiar a mi padre por ser él de quien había heredado semejante defecto!
- ¿Todavía lo está? ¡Acomplejada por su altura quiero decir?
- ¡Sí en cierto modo sí. Aunque en menor medida que cuando era una cría claro. Ahora es diferente. Todo se ha igualado, así que lo llevo bastante mejor. Además, hoy en día está incluso está bien visto ser alta, así que mire usted por donde, resulta que mi antiguo defecto ahora resulta que es una virtud!
- ¿Qué soñaba ser cuando era una niña Sra. Giselle? ¿Qué quería ser de mayor?
- ¡Seguramente le parecerá una estupidez doctor, pero recuerdo que deseaba ser actriz con todas mis fuerzas. Pisar la alfombra roja. Ir a Cannes. Salir en las revistas del corazón, viajar y hablar en mil lenguas diferentes. Casarme con un hombre que fuese bien guapo y que me quisiera mucho, y formar una familia. Un niño y una niña para ser precisos. La parejita como se suele decir. No sé Doctor Steinberg. Lo que todo el mundo desea supongo. Ser feliz y vivir más o menos en paz!
- ¿Cree usted en Dios Sra. Giselle?
- ¡Sí!
- Por tanto ¿Cree usted que hay otra vida después de esta, un cielo y un infierno?
- ¡Sí, desde luego. Pues no se me ocurre ninguna otra explicación para que exista todo esto. Usted. Yo. El universo. El carnicero. Esa máquina. La sodomización. El ordenador central. La mujer de la limpieza. Los escultores con cerebros totalmente quemados. En fin, todo cuanto uno pueda pensar!
- ¿Y qué me dice entonces de la ciencia? ¿No cree que al ritmo que avanza todo vaya a ser capaz de encontrar una respuesta para todo esto? Al fin y al cabo usted esta confiando en ella para predecir su futuro, y le recuerdo que esto es ilegal, que la Iglesia por ejemplo, ni lo admite ni lo acepta, y lo que es más, que la colgarían de un palo bien alto si se enterasen de que está usted aquí conmigo!
- ¡Sí pero no es lo mismo doctor Steinberg, porque aunque sí es cierto que el “predictor” es capaz de leer el futuro como si se tratara de una simple revista del corazón, también lo es que se han dado casos en los que se ha equivocado y eso es algo que todo el mundo sabe. En mi opinión hay cosas que la ciencia no puede explicar ni podrá explicar nunca. Bueno. Al menos eso es lo que yo creo. Ahora bien, si lo que usted intenta hacerme ver Doctor es que hay múltiples contradicciones en mi razonamiento no se esfuerce. Seguiré creyendo en Dios y no en un destino informático por mucho que usted me haga ver lo absurdo de mi razonamiento!
- ¿Y eso?
- ¡Pues supongo que porque me fastidia sobremanera pensar que mi vida ya está totalmente decidida. Lo típico. Ya sabe. Que no importa nada lo que yo haga o deje de hacer ya que todo está decidido de antemano. En cuanto a lo de Dios se refiere, pues supongo que porque me lo han inculcado desde que era una niña y ahora ya es algo que soy incapaz de cambiar, aunque quisiera, que tampoco es el caso!
- Entonces ¿Por qué ha venido aquí Sra. Giselle? ¡Hable claro por favor!
- ¡Para saber qué es lo que no tengo que hacer. Ya sabe. Para llegado el caso, cambiar las cosas justo antes de que sucedan!
- ¿Por tanto sí que cree en el destino, pero un destino variable, modificable? ¿Estoy en lo cierto?
- ¡Sí. Eso se ajusta más a la idea que yo tengo de todo esto. Por ejemplo, no dudo para nada en la capacidad de esa máquina para predecir el futuro tal y como va ahora mi vida, para seguir la línea como usted decía hasta el mismísimo día de mi muerte. Pero también creo sinceramente que si consigo reconducir esa línea, la trayectoria que hasta ahora lleva, pues entonces también mi futuro podría ser “reconducido”! ¿Me equivoco?
- ¡No. En absoluto. No se equivoca. Es más, esa es precisamente la explicación de esos fallos que usted mencionaba hace sólo un momento. Por tanto y en esencia, es impreciso hablar de fallos. El futuro no es algo estático sino que varía a cada segundo. Es más, a cada milésima de segundo está sufriendo pequeñas modificaciones que a la larga pueden resultar inmensas! ¡Pero Sra. Sabartés, me consta que usted es una persona inteligente, culta, capacitada sin duda para hacer una predicción digamos "casera" en cuanto a lo que su vida le pueda deparar en un futuro no demasiado lejano, así que, dejando a un lado las posibles sorpresas, los imprevistos, no sé; un coche que se le viene encima porque un borracho se ha saltado un Stop, o incluso el descubrimiento de la inmortalidad, qué es lo que ve? Es decir ¿cómo ve usted su futuro estando las cosas tal y como están ahora mismo? ¿Un segundo antes de que entrase en esta habitación?
- ¿Sinceramente?
- ¡Por favor!
- ¡No sé doctor. Quizá es una visión un tanto simplista del mundo y de todo cuanto hay en él, pero lo que yo veo, así, a grandes trazos, es una vida tranquila. Sin sobresaltos. Plana y lisa como un anuncio de televisión. Veo niños. Vacaciones en la costa, e incluso algún crucero alrededor del mundo si la cosa no va del todo mal. En el siguiente capítulo lo que veo es a los niños más grandes y a mí más vieja y más gorda. Y en el tercer y último capítulo, a mis nietos correteando a mi alrededor y a mi marido quedándose calvo y diciendo una tontería tras otra! ¡No sé, lo típico!
- ¡No sé como lo ve usted Sra. Giselle, pero a mí no me parece un futuro tan terrible la verdad!
- ¡A mí sí doctor, y por favor, no me haga más preguntas!

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